Mi pintura busca el original, la fuente, como primera manifestación del fenómeno, de la creación, del momento en que ocurre.
Apegado a la espiritualidad, y no a la religión, descubrí durante mis investigaciones la obra de Hermes Trismegisto, también conocida con el nombre de Corpus Hermeticum o Tablas de Esmeralda, cuyo interés simbólico se une al interés historiográfico.
Como Homero, Hermes Trismegisto no existe. Su nombre, muy simbólico, toma el nombre del dios del mismo nombre, mensajero y barquero. Para Jámblico: “Hermes, que preside el discurso, es, según la antigua tradición, común a todos los sacerdotes; es la que conduce a la verdadera ciencia; él es uno en todos. Por eso nuestros antepasados le atribuían todos los descubrimientos y ponían sus obras bajo el nombre de Hermes”.
La colección data del siglo I d.C., escrita en Alejandría, y reúne - he aquí su interés - filosofías paganas (egipcias y griegas), judías gracias a la diáspora activa en aquella época, y cristianas que conocen sus inicios.
El Corpus Hermeticum establece el vínculo entre las filosofías del pasado y las del futuro. Para utilizar las palabras de Louis Ménard, la obra es un “depósito” de una civilización antigua a punto de desaparecer. Procedente de la civilización alejandrina de su época, influenciada por Egipto, Grecia y el judaísmo, el Corpus Hermeticum es el sincretismo de estas corrientes de pensamiento.
En el hermetismo, la filosofía es revelada por la Inteligencia o por el dios que es su personificación. Así como el Verbo es creador, la Inteligencia es el principio de toda la creación. He creado una serie de tres obras que se sumergen en el corazón de la enigmática filosofía hermética encarnada por Hermes Trismegisto. Estas pinturas abstractas encarnan mi interpretación personal de los misterios de la creación según la tradición hermética, revelando una poesía eterna a través del simbolismo de colores y formas geométricas.
Cada una de estas obras es una ventana abierta a un mundo invisible, una invitación a meditar sobre los conceptos de origen, transformación y unidad. A través de un sutil juego de líneas, curvas y colores, recompongo la visión hermética de la creación. Formas geométricas abstractas se entrelazan, superponen, fusionan y separan, creando una danza visual que evoca el nacimiento de mundos.
El simbolismo de los colores es un elemento esencial de esta serie. Cada tono lleva consigo un significado profundo, que refleja la paleta hermética de la alquimia espiritual. El rojo encarna el espíritu divino, el azul el alma celestial, el amarillo la iluminación y el azul medianoche el misterio de la oscuridad primordial.
A través de estas pinturas capto la idea hermética de una creación continua, de una realidad en perpetua transformación. Las formas abstractas evocan símbolos herméticos como el ouroboros, la serpiente que se muerde la cola, que representa el ciclo eterno de la vida y la muerte. Espirales y círculos se entrelazan para significar la unidad de todas las cosas, recordando la máxima hermética “Todo es Uno”.
Esta serie es una meditación visual sobre la poesía de la creación según Hermes Trismegisto. Nos invitan a contemplar el misterio del universo, a explorar la esencia de la divinidad interior y a percibir la realidad más allá de las apariencias. Al dar forma a estas ideas complejas a través del arte, mi objetivo es transmitir la belleza y profundidad de la filosofía hermética a través de la expresión visual, creando así una poesía eterna que evoca la creación en todo su esplendor místico.